lunes, 24 de agosto de 2015

Aguafuertes norteñas / Agosto en Tucumán

 (Foto Diego Aráoz)
"La montada le paso por encima cuando el manifestante quiso hacer la de Gandhi", describe el fotorreportero


No fui al "cacerolazo". No voy a cacerolazos. No me gustan los cacerolazos. Y menos si los llaman "tucumanazo". Un tucumanazo ha de ser otra cosa, se me hace.

No creo en "cacerolear" para hacer catarsis pública por un resultado electoral que no me haya gustado, y menos junto a un revoltijo de "dirigentes" frustrados, esos torpes Macridependientes que me acosaron hasta ayer no más con su proselitismo millonario y obsceno al mismo nivel del oficialismo provincial. Si jugaron este juego, intrínsecamente sucio, deberían bancarse sus reglas. No creo en lo que dicen cuando dicen "transparencia", "patria" o "democracia". No les creo porque los conozco demasiado. Y porque una democracia ha de ser otra cosa, se me hace.

Sí puedo entender -cómo no- el sentimiento de quienes querían manifestar, a destiempo, a contramano y con cierta candidez, su rechazo al clan mafioso que gobierna la provincia colgado de la teta de un gobierno nacional enteramente cómplice de la impunidad alperovichista.

Ahora bien:
  • cuando veo que la Montada, la maldita Montada, avanza sobre civiles inermes;
  • cuando veo que un policía, fácilmente identificable por un primer plano de la filmación de canal 8, dispara balas de goma al cuerpo y a mansalva, parapetado en la baranda de la escalinata de Casa de Gobierno;
  • cuando veo las heridas de las perdigonadas en la piel, redondas como los argumentos de los justificadores seriales;
  • cuando veo policías de civil (¿o habrá que decir parapoliciales?) golpeando personas hasta reducirlas y llevarlas detenidas;
cuando veo todo eso, digo y me digo: repudio esta barbarie, repudio la impunidad del poder que todavía nos debe los muertos olvidados de diciembre de 2013... y tantos otros muertos.

En otra situación, deberíamos pedir la destitución del jefe del operativo, la investigación y condena de los policías que dispararon y la renuncia de algún responsable ministerial de Seguridad. Pero estamos tan mal, tan atrás, y somos tan rehenes de las mafias políticas y policiales que nos maniataron en aquel diciembre de saqueos y barricadas, que toda exigencia de reparación y justicia suena hoy más ilusoria aun que los reclamos de este rejunte cacerolero de agosto.

1 comentario:

Anahí dijo...

Tal cual Dany tanta impunidad indigna.