Ese cielo
de color azul violáceo
y follajes negros
y cables de teléfono...
Éste es mi cielo
de un lunes al atardecer.
Cualquier color,
ningún color,
quién sabe de qué color es,
quién sabe cuánto durará
este otro cielo?
El lema que popularízaron l@s vecin@s de Esquel en su multitudinaria marcha del 4 de febrero, cuando se plantaron para decir que en Chubut no quieren megaminería.
Cuenta el autor, Guillermo Silva (el Cuervo), que la noche anterior Maxi horneó el pan en su horno de cerámica, para llevar a la movilización de Puente Pueyrredón.
LOS PANES DISPERSOS
"...quedando los panes manufacturas en tal horno diseminados por el puente Pueyrredón..." Crónica de prensa.
¡Miren venir a hacer pan
y traerlos hasta el puente...!
Maximiliano Kosteki
puso el horno y puso más.
Puso, digamos, las ganas
de hacer piezas de cerámica,
pensó en el arte y el ánima
y puso el hambre adelante.
¡Miren, traer hasta el puente
hogazas con que comer!,
siendo como era que a él
se lo comiera la muerte.
Apronten pronto los lápices
críticos de galería,
¿qué cosa el arte sería
de luchar de nuestra parte?
De aquí, los necesitados
de allá, la semiología.
De aquel lado, hipocresía.
Y de este, Maximiliano.
¡Miren venirse hasta el puente
con soles en las canastas...!
desaforado Kosteki
puso el cuerpo y puso más.
Hombres y panes dispersos
en medio de la estampida,
sumando vida a la vida
mientras ellos suman muertos.
Y allí donde gritan siempre
los que siempre gritan basta
muerto y llevado a la rastra,
hecho pan y hecho valiente.
Y puso, en suma, la sangre
donde el hambre echó su manto,
y entre el arte y sus hermanos
puso al hermano adelante.
2 julio 2002
GUILLERMO SILVA
Darío, se sabe, fue a auxiliar a Maxi ya derrumbado en el suelo. El joven referente del MTD de Lanús cayó mientras intentaba proteger al compañero artesano. La gran prensa nacional dijo que hubo enfrentaminetos de piqueteros y que se mataron entre ellos.
EN ESA ULTIMA MIRADA
a Darío Santillán
No sea que tu lucha siga,
no sea que crezcas.
No sea que te conviertas
en brazo de la justicia.
Pides pan y no te dan
sino bala de milicia.
ntentas tapar la herida
y te hieren de matar.
No sea otro que no sea
sino Darío Santillán.
La mano de construir
bloques y carpintería...
La mano tuya en la mía,
que es mano de dibujar...
Dos manos son más que el dedo
que jalara del gatillo.
Apriétala aunque me muera.
apriétala que allí están,
¡y sigue dando pelea
amigo último y primero!
Este es mi cuerpo, y recuerda:
ya otro cuerpo se hizo pan,
ya otra sangre se hizo vino...
No hubo otro ángel en mi auxilio
sino Darío Santillán.
Cuentan que la vida era
buena para ser vivida.
Cuentan que me concernía
un trozo de primavera.
No ir con la cara cubierta
para ejercer mis derechos.
Desandar las injusticias
culpable de haber nacido
del lado que dios te olvida.
Cuentan que mi pueblo ardía
y yo fui mi pueblo ardiendo.
Así que nadie confunda
este crimen con derrota.
No sea que venga una bota
a pisarnos y nos hunda.
Nunca estos cuerpos en tierra,
sino en los cuerpos que quedan
en los días que vendrán.
No sea que tu lucha amaine.
¡Sea que esta lucha crezca
y cada quien se convierta
en otro que sea,
y no sea
sino Darío Santillán.
1 julio 2002
GUILLERMO SILVA
La marcha era parte de un plan de lucha de las organizaciones sociales piqueteras. Aníbal Fernández afirmó, en esos días, que un plan de lucha "no es otra cosa que un cronograma de hostilidades".
Dientes de cordero sobre la ciudad. Árboles de fuego para navidad. Ollas que destellan en la noche azul. Abollada estrella, vieja Cruz del Sur. Los lobos ahora se excitan, tiemblan frente a la TV. Aunque el plan sale de prisa, el plan va saliendo bien.
Dientes de cordero cruzan la ciudad gritan su deseo de justicia y libertad.
Despertar de un sueño turco y sin nariz, carnaval del hambre, se fue la perdíz. Piquetes y horcas, muerte en el corral, el poder es ciego, no puede escuchar.
Me duele la risa, me duele cantar, basta de cornisas, basta de saltar. Y ahora quién se viene, y ahora quién se va, dientes de cordero, muerdan sin soltar.
Sangre en la vereda en el palacio gris sangre en la escalera, en la tuya bajo tu nariz. Miles de pueblitos-villa crecen en el interior, feudos medievales donde te llaman "señor". La escuela no abre, cierra el hospital, sentis el latido lobo, en la yugular.
Me duele la risa, me duele cantar, basta de cornisas, basta de saltar. Y ahora quién se viene, y ahora quién se va, dientes de cordero, muerdan sin soltar...
Luz de nacimiento sea tu dolor que la noche es larga y ¡cómo quema el sol!
Andrés Ciro Martínez / DIENTES DE CORDERO (album Máquina de Sangre, LOS PIOJOS, 2003)
"La muerte es el olvido, y la vida es la presencia (...) Cuando los recordamos a diez años, no es que están lejos (...) Parece que el tiempo pone distancias, pero hay personas sin distancias. Son personas que tienen una presencia continua. Creo que ése es el mejor homenaje que les podemos rendir a estos compañeros, que no están, pero nunca se fueron".
INVITACIÓN A LA VIGILIA
25 y 26 en el Puente Pueyrredón, como todos los años
Manolo Serrano Pérez - poeta, traductor, docente - nació en San Miguel de Tucumán en 1917.
El poema Llegada está publicado en Objetos de bolsillo(noviembre de 2010), su último libro hasta ahora.
LLEGADA
Pero un día descubres
que el amor es la medida del tiempo,
que en cada cuerpo
se consume una hoguera innumerable,
y desborda un río. Y comienzas a mirar al hombre
oculto entre las cosas
y no a las cosas. A dar a la miel su sitio entre la escama,
y a la nube,
su feroz hemisferio. Entonces,
pierde rigor el aire
que sale cazador y regresa en antorchas
castigando la hierba. Y entras a bocanadas en el ahogo
de una paciente celosía
o de la piedra,
que al amanecer va en las torres del silbo
y de la siembra,
hacia el futuro. Inútilmente,
el mar pone un milagro de madera,
encima de los ojos redondos y cautivos
que atan el horizonte a las burbujas,
y extiende, en vano,
su capa de terror sobre la arena.
Porque toda la fuerza y el miedo
no están en la sombra de los verdes,
de la espumosa lejanía,
de la montaña:
- la llevamos atada en la cintura,
en el segundo pliegue de la billetera,
en los puños, en la corbata.
- Y, en verdad,
que el cristal y la aurora, levantados,
son un poco de tierra de colores, amasada,
con la sal de tu frente y tus axilas,
por un hilo de peldaños calientes.
Y no te fijas, se te escapa
la única construcción
que comparte la altura de los pájaros:
- La risa del hombre, su alegría,
las esperanzas que distribuye a la redonda.
La octava maravilla
no es un jardín suspendido,
un palacio de cielos almenados
o la rígida línea que detiene las aguas,
sino el hombre mismo
con sus cabellos y su dentadura, heridos,
deshaciéndose,
pero con la mirada cada vez más húmeda
por la ternura o el odio,
otra forma de amar
que no dice su nombre todavía...
Este rostro lunar, esta fatiga de saber que voy a ser pájaro o tormenta pero nunca o solo algunas veces este cielo inundado con sus estremecedores brazos los caminos de la risa. Y también –con algún llanto- estas manos mudas en las tardes cuando fue necesario –cuando es- arrancar definitivamente las cáscaras, corazas con que asfixiamos el latido nuevo y que también se colgaron de mis manos. Los ojos aferrándose cansados cuando la soledad viene a borronear figuras. Y no creer. Las muertes sucediéndose, decretando el olvido de las voces que tan tiernamente habitaron mis uñas o las realidades celestes de este océano.
Este miedo final última guerra, primera luz. Y no creer ahora que puedas haber sido tan compañero, tan insólito y milagro para querer pausadamente, con profundidad y esta ternura blanda el rostro lunar las pocas lágrimas las manos que quedaron lamiendo su silencio este pozo recientemente amanecido, que hayas podido querer mi vida.
Fantasmas de la infancia (Último Reino, 2007). María Elena San Martín, escritora desaparecida durante un operativo militar-policial en Panamericana y General Paz, el 1 de julio de 1977, a los 19 años.
Arriba: Darío en una protesta junto a compañeros de escuela, con la eterna remera de Hermética. Abajo: la nota de López Echagüe de junio de 2002, que compartimos con dolor militante horas después de la masacre, en mails (no había facebook). Lo recuperé de Indymedia.
Conocí a Darío Santillán tres, cuatro meses atrás, cuando comencé a trabajar en la investigación y escritura de un libro acerca de los diversos y diferentes movimientos de trabajadores desocupados del país, y también organizaciones de campesinos, y fábricas tomadas, y, en fin, una serie de expresiones novedosas y a todas luces dignas del aplauso y del apoyo.
Darío era, debo decir, un muchacho de veintipico, repleto de vida y grandeza. Ojos claros, de color índigo, ojos apasionados, ojos jugados.
Suficiente era observarlo para caer en la cuenta de que en ese cuerpo robusto, más allá de una timidez quizá arcaica, había aires de futuro.
Porque Darío gozaba cada abrazo, cada apretón de manos, cada vez que hacía referencia a la lucha que llevaba adelante. No pretendía mucho. Una vida digna. Para él y para todos. Tenía, me dicen ahora, veintiún.
Lo vi cuatro veces en mi vida. El primer encuentro fue durante mi primera visita al barrio La Fe, Monte Chingolo, Lanús del más puro. Quería conocer a la gente del Movimiento de Trabajadores Desocupados de Lanús. Darío me condujo por las calles embarradas del asentamiento mientras me contaba todos los aprietes de la policía, y de los matones del justicialismo de la zona.
Allá, me decía de manera muy apocada pero decidida, apretaron a Juan, una camioneta, tres tipos con armas largas por la ventanilla. Y sonreía con cierta resignación. Después llegamos a la guardería que había construído el MTD-Lanús. Y charlamos.De todo. Su obstinación era la lucha. El segundo encuentro fue a mediados de abril, en el piquete de Donato Alvarez y Condarco, a metros de Monte Chingolo. Un miembro del Servicio Peninteciario Nacional había baleado a Juan Arredondo frente a la Municipalidad de Lanús. Y Darío parecía más firme y seguro de sí mismo..
El tercer encuentro ocurrió el primero de Mayo. Un saludo al pasar, porque no había mucho tiempo para la charla.
El cuarto, y último, fue diez días atrás. En una reunión del MTD-Lanús. Mientras caminaba hacia el lugar vi a Darío, su espalda, su pelo, caminando junto a su novia, más baja, claro, Darío con su brazo derecho sobre el hombro de ella.
Minutos después estábamos en una especie de galpón. Delegados de la Aníbal Verón. Y un mate. Y un par de bromas y después cómo organizar ésto y aquéllo. Y Darío que se va con la novia. Y regresa, ya a la panadería del MTD, un par de horas después. Y me abraza, y abraza a todos los que lo rodean, cuando Luis echa a andar la mezcladora. A Darío, al grandote y generoso Darío, hoy lo mataron. Un artero disparo en la espalda. La prensa de siempre, la que suele obviar las razones de la barbarie, la que suele tomar partido por un estado de cosas que favorece la podredumbre, la miseria, el conformismo, la prensa que suele anteponer el salario y la buena vida a la información veraz, ha dicho que hubo incidentes.
Incidentes. Vaya manera de resumir, de modo arbitrario, y choto, la feroz represión que le atravesó la espalda a Darío, y mató otro compañero, e hirió decenas de personas. El abrazo de siempre a Darío.
Participarán autores y compositores quienes presentarán algunas de las composiciones por donde se va forjando la nueva propuesta poética y musical de Tucumán.
La Banda: Daniel Chocobar (acordeón), Chapu Jimenéz (Guitarra), Lucho Aragón (Bajo), Café Valdez (Percu), Gustavo Guaraz (Guitarra)
Compositores, autores e intérpretes: Rubén Cruz Mono Villafañe Café Valdez Gustavo Páez Julian Humarán Dardo Solórzano Flavio Cruz Christian Romano Chapu Jiménez Renzo Cecenarro Carlitos Mamaní José Molina Candelaría Guaraz Los Sureños Carlos Valdez Toledo Tomás Alvarez
Mi madre decía: a mí me gustan las personas rectas
A mí me gustan las personas curvas, las ideas curvas, los caminos curvos, porque el mundo es curvo y la tierra es curva y el movimiento es curvo; y me gustan las curvas y los pechos curvos y los culos curvos, los sentimientos curvos; la ebriedad: es curva; las palabras curvas: el amor es curvo; ¡el vientre es curvo!; lo diverso es curvo. A mí me gustan los mundos curvos; el mar es curvo, la risa es curva, la alegría es curva, el dolor es curvo; las uvas: curvas; las naranjas: curvas; los labios: curvos; y los sueños; curvos; los paraísos, curvos (no hay otros paraísos); a mí me gusta la anarquía curva. El día es curvo y la noche es curva; ¡la aventura es curva! Y no me gustan las personas rectas, el mundo recto, las ideas rectas; a mí me gustan las manos curvas, los poemas curvos, las horas curvas: ¡contemplar es curvo!; (en las que puedes contemplar las curvas y conocer la tierra); los instrumentos curvos, no los cuchillos, no las leyes: no me gustan las leyes porque son rectas, no me gustan las cosas rectas; los suspiros: curvos; los besos: curvos; las caricias: curvas. Y la paciencia es curva. El pan es curvo y la metralla recta. No me gustan las cosas rectas ni la línea recta: se pierden todas las líneas rectas; no me gusta la muerte porque es recta, es la cosa más recta, lo escondido detrás de las cosas rectas; ni los maestros rectos ni las maestras rectas: a mí me gustan los maestros curvos, las maestras curvas. Y los dioses curvos: ¡libérennos los dioses curvos de los dioses rectos! El baño es curvo, la verdad es curva, yo no resisto las verdades rectas. Vivir es curvo, la poesía es curva, el corazón es curvo. A mí me gustan las personas curvas y huyo, es la peste, de las personas rectas.
15 mitos y realidades de la minería transnacional en la Argentina
Guía para desmontar el imaginario prominero
Colectivo Voces de Alerta Editorial El Colectivo / Herramienta Ediciones
Presentación en San Miguel de Tucumán: martes 5 de junio, 17 hs. con la presencia de Maristella Svampa, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT.
MITO 5: Que la minería no afectaría la provisión de agua. VERDAD: Para que haya actividad minera las empresas tienen que asegurarse el abastecimiento de las principales fuentes de agua y energía eléctrica; importantes fuentes de agua corren el riesgo de contaminarse, disminuir severamente o incluso desaparecer.
Mientras una familia campesina consume entre 30 y 50 litros de agua por día, una minera utiliza alrededor de 250000 litros por hora.
La preocupación por el agua es crucial, que gobernantes y mineros no se cansan de asegurar que no habrá mayores afectaciones al líquido vital. Bien anota Maristella Svampa que “estamos frente a una nueva tecnología minera que utiliza grandes cantidades de agua, un bien común cada vez más escaso y necesario para la vida y reproducción de las poblaciones. Por ello, numerosos emprendimientos mineros suelen establecerse cerca de las cuencas hídricas y reservorios de agua, como sucede en la zona de la cordillera y la precordillera, que es nuestra fábrica de agua dulce. No por casualidad, la consigna de las asambleas de vecinos que se oponen a este tipo de minería es: ‘El agua vale más que el oro’”
Ustedes me van a perdonar, pero tengo ganas de confesarme y la excusa de la confesión le da un tono más compinche a estas palabras por lo que quedo exento de rodeos y otros menesteres. Comenzaré por decirles que me embroma esto de estar vivo y que los años que me separan de la muerte me parecen un mero trámite burocrático y que no tengo ganas de andar haciendo colas para que del otro lado del mostrador me atienda un subalterno y encima me mande a quién sabe qué sección a autentificar mis patentes de buen tipo. Continúo confesándome y les diré que me está rondando la idea de acortar el tiempo de espera (que a esta altura bien podríamos llamarle la espera del destiempo o algo así) y que sólo espero que para cuando logre juntar coraje no vengan a joderme los emisarios de ultratumba con eso de andar ofreciéndome vidas mejores. Y para terminar de confesarme pongo a vuestra consideración los métodos que hasta ahora me surgieron para consumar el acto o mejor dicho los que tengo más a mano: tengo una biblia, un cassette de música de moda, un paquete de yerba Taragüi, una bandera de los United States, un boleto de metro, una foto de Pacheco y una carta de la última mujer que me dejó. Les pido me ayuden a optar por el que menos duela y a no prolongar más este suplicio; pero apúrense, porque con esto de estar pensando constantemente en el suicidio se me pasó la noche, amanece y entro a las ocho y diez a trabajar al municipio.