domingo, 6 de mayo de 2012

Soneto póstumo

A mí, luego

La noche en que pensó que iba a morir,
se puso endecasílabo e inquieto
y apuró este epitafio por soneto
(su modo predilecto de escribir).

No tuvo algo especial para decir:
más bien lo adrenalínico del reto
autoimpuesto -fruición del alfabeto-
lo empujó, aun a tientas, a vivir

la probable penúltima aventura,
el misterio anhelado y recurrente
del salto en el vacío conocido:

su stage-diving en sueños, su pavura
hecha póstuma letra permanente
que estás leyendo, casi por descuido.

Daniel Aráoz Tapia

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